Los investigadores han demostrado que los fármacos antidepresivos por sí solos pueden disminuir estas dolencias
Científicos de la Universidad de Cádiz han demostrado la relación directa que existe entre el dolor y los estados de depresión. Según los trabajos realizados por el grupo de Investigación "Farmacología y Neurociencias" del Departamento de Neurociencias de la UCA, los antidepresivos pueden tener un efecto analgésico real gracias a su acción bioquímica molecular.
Los científicos han demostrado que los fármacos antidepresivos por sí solos pueden disminuir dolores, sin que el paciente tenga síntomas de enfermedad emocional. Los antidepresivos funcionan como analgésico al igual que el paracetamol, los opiáceos o la aspirina. La acción que produce el antidepresivo es aumentar la cantidad de Noradrenalina (NA) y Serotonina (5-HT) que hay en el espacio siláctico (Neuronas). Estas dos sustancias controlan el dolor y las emociones, y todos los antidepresivos cuentan con estos dos componentes.
Las investigaciones que realizan este equipo desde hace 20 años, consisten en seleccionar de entre la gran cantidad de antidepresivos, el ideal para el tratamiento del dolor.
El fármaco resultante tiene el nombre de Duloxetina, y ha sido comercializado con la empresa norteamericana Lilly, con la cual trabaja la UCA conjuntamente en la búsqueda de nuevos mecanismos contra el dolor.
Las investigaciones del grupo gaditano, se centran en una parte del cerebro llamada Locus coeruleuss, que según indica Juan Antonio Micó, director del Departamento "creemos que este núcleo se cruzan los mecanismos que regulan nuestras funciones emocionales y sensitivas. Tanto cuando hay depresión como dolor, este núcleo se poner color rojo, y cuando se trata con antidepresivos, se relaja".
El trabajo actual consiste en hacer registros en el cerebro en el núcleo Locus coeruleus en ratas. Y se está viendo también que los fármacos antidepresivos aumentan el número de receptores opiáceos, que también se encuentran en este núcleo. De este modo, a la hora de suministrar algún tipo de analgésico opiáceo para fuertes dolores, la cantidad a suministrar, si el paciente está tomando antidepresivos, es mucho menor. Por lo cual, se demuestran también así las razones por la cual el suministro de antidepresivos, puede reducir el dolor.
Este es mi blog, caótico e imprevisible como la vida misma, escrito por una persona tierna, sensible, romántica, atormentada e infeliz.
24 de febrero de 2006
17 de febrero de 2006
9 de febrero de 2006
Feliz?
Hay una personá más en mi vida que me da cariño, bienvenida sea y ojalá dure.
Estoy en una "falsa felicidad" inducida por ansioliticos y antidepresivos ¿eso es malo? unos me dicen que si, y otros que no.
Estoy en una "falsa felicidad" inducida por ansioliticos y antidepresivos ¿eso es malo? unos me dicen que si, y otros que no.
4 de febrero de 2006
La impulsividad está en la base del 70% de las conductas suicidas
03/02/2006 18:40:42
Existen datos bioquímicos, genéticos y psicopatológicos que relacionan claramente la impulsividad con depresión, ansiedad, agresión y suicidio.
Barcelona, 27 de enero de 2006.- La impulsividad no es una enfermedad, es un síntoma integrante de gran parte de la patología psiquiátrica, que está asociado a trastornos como el suicidio, la depresión y la ansiedad, las adicciones, la bulimia, la esquizofrenia, el juego patológico o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad entre otros. En este sentido, se puede afirmar que entre el 15 y el 25% de la población padece trastornos por impulsividad patológica. “Aunque la prevalencia de los trastornos del impulso como tales -sin estar asociados a otras patologías psiquiátricas- es baja, la prevalencia de la impulsividad asociada a otras patologías psiquiátricas como trastornos de la conducta alimentaria, juego patológico o dipsomanía (en las que la impulsividad seria la patología nuclear) aumenta considerablemente. Además, desempeña un papel importante como síntoma asociado en otras muchas enfermedades mentales, como los trastornos bipolares, la esquizofrenia, ciertas deficiencias mentales, etc., llegando en muchas ocasiones a ser la clave de su diagnóstico”, aclara el doctor Salvador Ros Montalbán, Consultor Senior del servicio de Psiquiatría del Hospital del Mar de Barcelona, Director Médico del Instituto Europeo de Neurociencias (IDN), Profesor Asociado de la Universitat Autónoma de Barcelona y Presidente del Comité Organizador del III Congreso Nacional de Ansiedad y Trastornos Comórbidos.
Existen datos bioquímicos, genéticos y psicopatológicos que relacionan claramente la impulsividad con depresión, ansiedad, agresión y suicidio. De hecho, en el caso concreto de la conducta suicida, esta relación es tal que los expertos consideran que es un factor de predisposición importante en alrededor del 70% de dichas conductas “Aunque un paciente tenga deseos de acabar con su vida, sin impulsividad y/o ansiedad no se suicidará ni llevará a cabo ningún tipo de acto violento, ya que no existe la decisión de la ejecución, el paso al acto, para que el paciente acabe con su vida”, explica la doctora Belén Arranz, coordinadora de Psiquiatría del Instituto Europeo de Neurociencias (IDN) de Barcelona.
Impulsividad patológica
A pesar de que la impulsividad tiende a considerarse como una característica negativa, puede desempeñar un importante papel en el comportamiento normal de las personas, puesto que la impulsividad moderada puede ser evaluada como un rasgo socialmente beneficioso y admirado (decisión, rapidez en las respuestas…). La intensidad de la impulsividad es la que la convierte en patológica o disfuncional (con predisposición a reacciones rápidas, no planeadas, ante estímulos internos o externos, sin considerar las consecuencias negativas de esas acciones). “La impulsividad se convierte en patológica cuando, frente a una determinada situación, el individuo no puede demorar el momento de satisfacer una necesidad. Cuando una persona no puede controlar la necesidad, por ejemplo, de beber o de comer, pueden aparecer conductas alcohólicas o bulímicas, si no puede demorar una relación sexual, aparece la adicción al sexo. Puede ocurrir, igualmente, que el individuo experimente una cierta incapacidad en el control de la relación en situaciones sociales y se sienta irritado y molesto reaccionando con agresividad e incluso con violencia. En definitiva, hablamos de impulsividad patológica cuando la persona es incapaz de inhibir una respuesta que en condiciones normales debería poder ser controlada”, explica el doctor Ros.
Existen datos bioquímicos, genéticos y psicopatológicos que relacionan claramente la impulsividad con depresión, ansiedad, agresión y suicidio.
Barcelona, 27 de enero de 2006.- La impulsividad no es una enfermedad, es un síntoma integrante de gran parte de la patología psiquiátrica, que está asociado a trastornos como el suicidio, la depresión y la ansiedad, las adicciones, la bulimia, la esquizofrenia, el juego patológico o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad entre otros. En este sentido, se puede afirmar que entre el 15 y el 25% de la población padece trastornos por impulsividad patológica. “Aunque la prevalencia de los trastornos del impulso como tales -sin estar asociados a otras patologías psiquiátricas- es baja, la prevalencia de la impulsividad asociada a otras patologías psiquiátricas como trastornos de la conducta alimentaria, juego patológico o dipsomanía (en las que la impulsividad seria la patología nuclear) aumenta considerablemente. Además, desempeña un papel importante como síntoma asociado en otras muchas enfermedades mentales, como los trastornos bipolares, la esquizofrenia, ciertas deficiencias mentales, etc., llegando en muchas ocasiones a ser la clave de su diagnóstico”, aclara el doctor Salvador Ros Montalbán, Consultor Senior del servicio de Psiquiatría del Hospital del Mar de Barcelona, Director Médico del Instituto Europeo de Neurociencias (IDN), Profesor Asociado de la Universitat Autónoma de Barcelona y Presidente del Comité Organizador del III Congreso Nacional de Ansiedad y Trastornos Comórbidos.
Existen datos bioquímicos, genéticos y psicopatológicos que relacionan claramente la impulsividad con depresión, ansiedad, agresión y suicidio. De hecho, en el caso concreto de la conducta suicida, esta relación es tal que los expertos consideran que es un factor de predisposición importante en alrededor del 70% de dichas conductas “Aunque un paciente tenga deseos de acabar con su vida, sin impulsividad y/o ansiedad no se suicidará ni llevará a cabo ningún tipo de acto violento, ya que no existe la decisión de la ejecución, el paso al acto, para que el paciente acabe con su vida”, explica la doctora Belén Arranz, coordinadora de Psiquiatría del Instituto Europeo de Neurociencias (IDN) de Barcelona.
Impulsividad patológica
A pesar de que la impulsividad tiende a considerarse como una característica negativa, puede desempeñar un importante papel en el comportamiento normal de las personas, puesto que la impulsividad moderada puede ser evaluada como un rasgo socialmente beneficioso y admirado (decisión, rapidez en las respuestas…). La intensidad de la impulsividad es la que la convierte en patológica o disfuncional (con predisposición a reacciones rápidas, no planeadas, ante estímulos internos o externos, sin considerar las consecuencias negativas de esas acciones). “La impulsividad se convierte en patológica cuando, frente a una determinada situación, el individuo no puede demorar el momento de satisfacer una necesidad. Cuando una persona no puede controlar la necesidad, por ejemplo, de beber o de comer, pueden aparecer conductas alcohólicas o bulímicas, si no puede demorar una relación sexual, aparece la adicción al sexo. Puede ocurrir, igualmente, que el individuo experimente una cierta incapacidad en el control de la relación en situaciones sociales y se sienta irritado y molesto reaccionando con agresividad e incluso con violencia. En definitiva, hablamos de impulsividad patológica cuando la persona es incapaz de inhibir una respuesta que en condiciones normales debería poder ser controlada”, explica el doctor Ros.
1 de febrero de 2006
Bunbury - De mayor
cuando era pequeño me enseñaron
a perder la inocencia gota a gota
que idiotas!
cuando fui creciendo aprendi
a llevar como escudo la mentira
que tonteria!
DE PEQUEÑO ME ENSEÑARON A QUERER SER MAYOR
DE MAYOR QUIERO APRENDER A SER PEQUEÑO
Y ASI CUANDO COMETA OTRA VEZ EL MISMO ERROR
QUIZAS NO ME LO TENGAS TAN EN CUENTA
me atrapo el laberinto del engaño
con alas de cera me escape
para no volver
cerca de las nubes como en sueños
descubri que a todos nos sucede
lo que sucede
DE PEQUEÑO ME ENSEÑARON A QUERER SER MAYOR
DE MAYOR QUIERO APRENDER A SER PEQUEÑO
Y ASI CUANDO COMETA OTRA VEZ EL MISMO ERROR
QUIZAS NO ME LO TENGAS TAN EN CUENTA
DE PEQUEÑO ME ENSEÑARON A QUERER SER MAYOR
DE MAYOR QUIERO APRENDER A SER PEQUEÑO
Y ASI CUANDO COMETA OTRA VEZ EL MISMO ERROR
QUIZAS NO ME LO TENGAS TAN EN CUENTA
a perder la inocencia gota a gota
que idiotas!
cuando fui creciendo aprendi
a llevar como escudo la mentira
que tonteria!
DE PEQUEÑO ME ENSEÑARON A QUERER SER MAYOR
DE MAYOR QUIERO APRENDER A SER PEQUEÑO
Y ASI CUANDO COMETA OTRA VEZ EL MISMO ERROR
QUIZAS NO ME LO TENGAS TAN EN CUENTA
me atrapo el laberinto del engaño
con alas de cera me escape
para no volver
cerca de las nubes como en sueños
descubri que a todos nos sucede
lo que sucede
DE PEQUEÑO ME ENSEÑARON A QUERER SER MAYOR
DE MAYOR QUIERO APRENDER A SER PEQUEÑO
Y ASI CUANDO COMETA OTRA VEZ EL MISMO ERROR
QUIZAS NO ME LO TENGAS TAN EN CUENTA
DE PEQUEÑO ME ENSEÑARON A QUERER SER MAYOR
DE MAYOR QUIERO APRENDER A SER PEQUEÑO
Y ASI CUANDO COMETA OTRA VEZ EL MISMO ERROR
QUIZAS NO ME LO TENGAS TAN EN CUENTA
Suscribirse a:
Entradas (Atom)